sábado, 9 de octubre de 2010

Ínsula. Texto de Ana María Lozano

INSULA

ANA MARIA LOZANO


P. Por qué no lo hizo mayor, de manera que se impusiera sobre el observador?

R. No estaba haciendo un monumento

P. Entonces, ¿por qué no lo hizo más pequeño, de forma que el observador pudiera contemplarlo desde arriba?

R. No estaba haciendo un objeto

Respuestas de Tony Smith a las preguntas acerca de su cubo de acero de seis pies.

La anterior cita la hace Robert Morris en su famoso texto Notas sobre escultura, escrito en 1966 y publicado en Artforum, como segunda parte. El texto fue, a su vez, editado y traducido por la revista española Trama, Revista de pintura, de la cual es tomada por Simón Marchán Fiz, que lo incluye en su libro Del arte objetual al arte de concepto; versión, esta última, de donde yo, a mi vez, lo tomo.[1]

-El texto que continúa enseguida, tiene que ver con sobreposición de imágenes; con plegamientos y replegamientos de memoria; con apropiaciones y circulación de objetos simbólicos; con interpretación de escalas y juegos espaciales.-

Es curioso que sea el mismo siglo el que haya inventado la fotografía y el turismo. Y se entiende. El siglo XIX, en el cual se ven emerger los nuevos actores, dentro de un sistema de producción en transformación, tales como el industrial, el proletario, el obrero, el cazador de patentes; definiría de una manera distinta el tiempo, el espacio y la velocidad. Los juegos de la especulación económica, se lucraban con los deseos del sujeto, a quien se vendía, quizás por primera vez en la historia y por las condiciones económicas y tecnológicas del momento, la intuición de un globo terráqueo encogido. La fotografía, los libros de viajeros, las crónicas, los folletones, las postales y aun, las carte de visite, entregarían imágenes de lugares apartados del mundo, paisajes y arquitecturas exóticas y atrayentes, a los cuales quizás no se podría acceder físicamente pero, eventualmente, si desde la imagen, coleccionada en los albumes que se atesoraban en las recién reformadas salas de recibo.

El pensamiento colonial, hacía del otro, un ser inferiorizado, pero atractivo y deseable. La avidez por conocer culturas y territorios ajenos se alimentaba con ingente producción impresa y fotográfica, y , aun, pornográfica.

Este mismo siglo es el gran momento del edificio en miniatura. La solidificación del coleccionismo, a través de la creación de los museos; su paulatina apertura al público en general; el gusto por los elementos arqueológicos y los monumentos del pasado, que provenía tan fuertemente del siglo anterior, fueron factores que contribuyeron al surgimiento del placer por el reconocimiento de monumentos hechos en escala doméstica. La casa de muñecas ve su mejor momento también en el siglo XIX, donde las élites podrían disfrutar de un romantizado diseño del espacio privado, invención entonces reciente, con los detalles de mobiliario más minuciosamente descritos.

Susan Stewart se atrevería a pensar en una diversión aristócratica que jugaría, en la ficción de la Casa de Muñecas, con territorios miniaturizados, donde sería factible romantizar y exotizar al campesinado mismo, haciendo caso omiso de hambrunas y desplazamientos forzados y, en cambio, disfrutar de encantadoras narraciones pintorescas y pastoriles.

Podría definirse con estos relatos, el afán de asir un mundo contraíble ante un sujeto expandido; un sujeto con una ciudad en una botella, -como Kandor en Superman-, una suerte de tiránico super hombre, que detenta el dominio del signo-monumento, que redefine su semanticidad, sus contextos y narrativas. El monumento hecho artefacto obedecería simétricamente, a la miniaturización de un texto satírico y políticamente certero, como los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, convertido maliciosamente, en historia de aventuras para niños.

Este sujeto moderno, poderoso en su intimidad, señor de su domesticidad, occidental, consumidor del mundo; turista físico y mediático; coleccionista de lo foráneo; será el gran consumidor de un kitsch contemporáneo, detentador de dinero plástico, de un mouse y un control remoto, medios a través de los cuales, se incorpora el mundo. A él lo reconocemos en la segunda parte del siglo XX y en nuestro actual siglo XXI.

MONUMENTO

El monumento tiene su razón de ser en la memoria, en la intención de impedir la desaparición, la disolución y el olvido. El monumento histórico, siendo natural o cultural, trascendente para el arte o para la ciencia, para la arquitectura o para la historia, parece poseer las cualidades que garantizarían la voluntad de conservación y de cuidado, que interpelarían no sólo al habitante de un territorio, sino al de un país, y de suyo, a cualquier habitante del globo.

El monumento, al ser señalado por sus propiedades singulares, deja al descubierto lo otro del monumento, que, en contraste, parece digno de ser derruido, reemplazado, borrado. Al ser excepcionalizado, el monumento, es aislado. Se lo fragmenta de su entorno, de su contexto, de las historias, del emplazamiento. En esa medida, se lo desterritorializa, haciendo de él, en buena medida, una edificación sin historia, exenta, anómala. El gesto que lo menciona como conservable, define lo otro, lo fugitivo, lo efímero: edificaciones, urbanizaciones, conjuntos, centros comerciales, puentes, torres, fábricas, constituirían arquitecturas de lo ordinario que al no entrar en el ámbito de lo excepcional, serían potencialmente prescindibles.

INSULA

El patio interior de la vivienda unifamiliar urbana es un rasgo que une varias tradiciones edilíceas, de hecho, comunes tanto al universo precolombino como a la arquitectura europea. El patio interior permite la ventilación e iluminación, mientras acerca la naturaleza al ámbito de lo doméstico. Allí, lejos de las miradas de los otros, se podía dar paso a prácticas de siembra, se posibilitaba la presencia de plantas aromáticas o medicinales, la de algunos frutales, el espacio de los animales de compañía. La arquitectura modernista en ocasiones continuará con este elemento, pero, esta vez, predefiniendo forma y perímetro de lo “natural”. En la casa que alberga actualmente a la galería Nueve Ochenta, el patio tiene un contorno en forma de óvalo. En este escenario de césped de patio interior, los monumentos –souvenir se instalan, poniendo en vecindad los girones de relatos que cada uno carga; de manera insólita se producen las vecindades de los signos históricos y culturales más distantes. De repente, esta ínsula es contenedor de inconmensurables signos de poder: monárquico, eclesiástico, civil, el poder del museo. El Guggenheim se destaca desde un promontorio, como instancia que, en una puesta en abismo, señala la pulsión por coleccionar, de la que él mismo es objeto. Como modelos arquitectónicos dispuestos en este espacio flotante, los monumentos –souvenir se yerguen miniaturizados como un enemigo ya vencido, rodeados por el paisajismo deliberado de plantas ornamentales. Nostálgicamente, estos signos flotan fragmentarios y transhistóricos, entre lo público y lo privado, entre el trofeo y la maqueta.

Realizados en piedra por los falsificadores de precolombinos del Huila, con los que Nadín Ospina ha desarrollado otros proyectos; los monumentos-souvenir, nombre que ahora les coloco, pues las dos palabras juntas producen una incómoda contradicción, exhiben en su espacio condensado, miniaturizado, los detalles distintivos que los hacen característicos, y por lo mismo, reconocibles, elemento fundamental en la cultura del consumidor-turista, lisonjeado por su capacidad de identificar su miniaturizado mundo portable, internético y televisual.

La traducción material llevada a cabo en piedra, será una de varias, pues constituirán traducciones, la eliminación de la grandeza y, precisamente, de la escala monumental; la relación envolvente y excesiva de su propia escala; las fracturas de los nexos entre el monumento, su espacio y su geografía; la desconexión con los procesos históricos determinantes, en el marco de los cuales fueron llevados a cabo, así como de las condiciones de producción, características y distintas en cada monumento citado. Eliminados eso elementos contextuales, resta la forma, la mera forma, la cita, su superficie, su materialidad, en una interpretación que difiere para siempre el contenido discursivo e ideológico de esa determinada producción cultural: el Castillo de Colchester, la Torre Crysler, la Pirámide de Chichen Itzá.

Homogeneizados por una amalgama que los ha convertido en materia de consumo cultural y turístico, los monumentos-souvenir, circulan dando cabida a otro elemento, también saboreado por el mundo mediático, esta vez caracterizable por pertenecer al mundo de la naturaleza, pero, eventualmente, más marcado por la cultura y por los signos de dominación autoritaria de la voluntad humana que cualquier arte paisajista. El Bonkei nepalés, vincula bonsai, agua y tierra. En este caso, la bandeja que lo contiene no es lacada ni ovalada; es un perverso monumento-souvenir. La conjunción produce un sarcástico escenario, una dramatización de un mundo simulacral, la época del mundo como imagen; momento en el cual la diversidad y la heterogeneidad, han devenido modelos a escala, normadas, regladas, segada su capacidad de emitir memoria.

La aterradora imagen, transhistórica y poscolonial, donde el consumo de la imagen desjerarquiza, y el simulacro hace metástasis, señala el momento histórico de la multiculturización del signo cultural. En términos de Stuart Hall, la aparente tolerancia e inclusividad de las sociedades que se jactan de ser multiculturales, no es otro que el ser sociedades donde la diferencia se absorbe por parte de la cultura dominante y las disidencias son sumadas a la voz hegemónica, desapareciendo en una dilución silenciosa e imperceptible.

Insula aparece como la puesta en imagen de la disneyzación del mundo, en cuyo proceso delirante, se expone un territorio fragmentario, desterritorializado, en el cual, el sujeto contemporáneo, pseudotirano consumista de su pequeño entorno, busca aproximar la experiencia del mundo, para, definitivamente, mantenerla lejos.


[1] Marchán Fiz, S. Del arte objetual al arte del concepto. Ed Akal, Madrid, 1986, pg 380-383.

TEXTO DEL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN ÍNSULA. GALERIA 9-80. BOGOTÁ

jueves, 7 de octubre de 2010




ÍNSULAS

UN PROYECTO DE NADIN OSPINA

A partir del viaje realizado a Inglaterra en el mes de Diciembre de 2008 por invitación del Museo FIRSITE: NEWSITE de Colchester y gracias al contacto directo con las circunstancias culturales e históricas del lugar y al análisis del concepto curatorial de la exposición “What Matters” a inaugurarse en Septiembre de 2011, surge el proyecto “Ínsulas”.

El vocablo Ínsula proviene del Latín Insulae y es una expresión del español arcaico para el termino moderno Isla. Recuérdese el episodio de la Ínsula Barataria en el Quijote de Cervantes.

En la contemporaneidad el concepto Insularidad rebasa la acepción de discontinuidad geográfico como condición propia de una isla para extenderse a la descripción de diversos conceptos que partiendo de la metáfora geográfica tratan de explicar o diagnosticar condiciones particulares de los individuos y las sociedades.

El carácter simbólico del concepto insular ha sido utilizado ampliamente para definir circunstancias políticos, e incluso psicológicos.

El concepto Insularidad ha sido aplicado a fenómenos sociales de aislamiento, discriminación, incomunicación o exclusión.

La psiquiatría a echado mano del termino para nominar el síndrome de insularidad o espíritu Robinsoniano que describe el aislamiento y las condiciones de soledad forzosa o autoimpuesta dentro de diversas patologías.

Utopia Robert Owen (1838) .

Como elemento estético, literario y poético la insularidad ha sido motivo reiterado en diversas obras universales y forma parte de muchas mitologías y narraciones fantásticas.

La Isla de los muertos. Arnold Boecklin. 1880

De la Atlántida y Utopia a Ávalon. De la Ínsula Barataria a la Isla de la fantasía. De la Isla del Diablo a San Quintín, de Robinson Crusoe al Señor de las moscas. De la Isla de los muertos de Arnold Boecklin a la Isla del Doctor Moreau.

La Ciudad Ideal. 1470 por Piero della Francesca

En la historia del arte la representación arquitectónica es un motivo recurrente, podemos encontrarla en las pequeñas figuras de arcilla egipcias que representan casas y edificaciones a manera de miniaturas o juguetes, en las representaciones cerámicas de la cultura Mochica del Perú precolombino, en la gran pintura perspectivista del renacimiento, en los dibujos y grabados de ruinas de Piranesi, en las pinturas de Turner y Monet, en las intervenciones de Gordon Matta-Clark, en las construcciones con fichas y cuero de los chinos Liu jianhua y Liu Wei o en las obras políticas del ruso Constantin Boym , por citar solo algunos ejemplos.

Liw Wey Love it! Bite it.

En la cultura popular el “Arte de Arquitectura”, la producción de ciudades en miniatura o las construcciones arquitectónicas de arena, hielo, cubos de azúcar, naipes, palillos, ladrillos lego, basura y todo tipo de refinadas artesanías rebela un intenso deseo de representación y apropiación de la arquitectura universal.

Modelos de colección para turistas

El coleccionismo de souvenirs arquitectónicos es un interesante aspecto de la cultura kitch que convierte al viajero en el buscador de esos trofeos de caza: las representación a pequeña escala del ícono. Una arquitectura portable, doméstica, domeñada, coleccionable.

En el caso particular del coleccionista de souvenirs arquitectónicos para quien la experiencia del viaje es inasible o insuficiente, podemos descubrir un mecanismo de compensación, una forma de hacerse a un universo simbólico que reemplaza al real .

Una clave del origen de esta compulsión puede estar en el dialogo de Kublay Kan y Marco Polo que precede el capitulo II de Las Ciudades Invisibles de Italo Calvino.

—¿Viajas para revivir tu pasado? —era en ese momento la pregunta del Kan, que podía también formularse así: ¿Viajas para encontrar tu futuro?

Y la respuesta de Marco: —El allá es un espejo en negativo. El viajero reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no tendrá.

Ciudad Esmeralda de la película El Mago de OZ

ÍNSULAS Y LA POPULARIZACION MEDIATICA DE LA ARQUITECTURA

En un mundo mediatizado de información instantánea, de viajes virtuales y reales los medios de comunicación, las industrias turística, editoriales y del entretenimiento hacen profusa difusión del patrimonio arquitectónico universal, generando un conocimiento y un interés generalizado por el pasado, el presente y el futuro de las construcciones como símbolos de las civilizaciones, de su triunfo, de su caida y su destrucción.

Revistas como National Geographic han puesto al alcance de un público masivo las imágenes de recónditos y exóticos lugares haciendo del mundo un lugar mas próximo para todos y generando una cultura pópular del conocimiento cultural.

En su versión mediática los canales de televisión científicos, culturales e históricos utilizan la citación de la arquitectura desde diversos puntos de vista ya como detallada reconstrucción de la historia, ya como despliegue de tecnología y virtuosismo técnico y artístico, como dispositivos militares, religiosos o residencia de monarcas, millonarios, famosos e infames de todos los tiempos, incluso en pro del espectáculo y la audiencia masiva son el escenario de especulaciones y fantasias como los elementos mágicos , místicos o alienigenas de su origen, diseño y construcción o las presencias para normales que los habitan.

El futuro no esta exento de este prurito arquitectónico. “Megaconstrucciones”, construcciones en otros mundos, en el interior de la tierra o en el fondo del mar. Iconización de la arquitectura por medio del cine, la literatura y las artes plásticas. Creación de fantasias arquitectónicas como “Metrópolis” (La de Fritz Lang y “Metrópolis” la de Supermán, también del super heroe Kandor la embotellada capital de la antigua Kripton, “Ciudad Gótica” de Batman, la ciudad de las esmeraldas del mago de Oz, Zion de The Matrix, etc.


Ínsulas

Como objeto paradójico Ínsulas aúna el concepto de aislamiento con el de proximidad virtual.

Ínsulas es un proyecto eminentemente procesual que muta y se transforma mientras crece. Como dispositivo de apropiación de espacio, tendrá una serie de variantes estructurales y temáticas según el lugar a intervenir y el momento de producción. Como objeto estético Ínsulas es por ahora una instalación conformada por diversas piezas escultóricas ejecutadas en materiales como la piedra, el bronce y elementos vegetales naturales y artificiales y una secuencia de impresiones digitales que parten del registro de las fases de producción y su manipulación visual.

Ínsulas es el encuentro de singulares y disímiles elementos arquitectónicos provenientes de diversas culturas y tiempos. Un encuentro imposible de representaciones icónicas en una serie de abigarrados conjuntos.



Ínsula Inauguración Octubre 16 11 am . Galería nueveochenta.

Calle 70 9-80. Bogotá